martes, 20 de abril de 2010

De Santiago a Logrosa, 25 km (churrascada en Negreira)

No era una de las etapas largas, pero nos agotó como si lo fuera. Salimos del albergue de San Lázaro sobre las nueve de la mañana, para desayunar en un bar próximo.
                 
Menos mal que la soirée fue de cuento: una magnífica churrascada en la finca de una casa rural próxima a Negreira atendidos por dos hermanos que la habían abierto a principios de mes.
                 
Nos sentimos en la gloria y por eso, aunque no sea muy ortodoxo, hoy comenzaremos por el final. Claro y rotundo: llegamos escangallados y con la sospecha de que habíamos hecho más kilómetros de los previstos.
                             
La culpa debió de tenerla el calor de la jornada, las cuestas y el detalle de mal gusto que tuvimos al reservar un alojamiento que no estaba exactamente en el camino. El letrero indicaba 700 metros, lo que viene a significar que hicimos un kilómetro de más cuando las fuerzas no aparecían por ningún lado.
Sin embargo, al poco de llegar ya estábamos todos felices en una casa maravillosa.
                 
Luis y Antonio,dos hermanos, ambos frisando la treintena, nos distribuyeron por las habitaciones de la casa y al rato ya estábamos charlando con ellos mientras tomábamos una cerveza y fruta y, después, descansando los pies en el magnífico jardín.
                 
Confesaron que estaban un poco verdes en un trabajo al que llegaron como consecuencia de la crisis semanas antes tras acondicionar la casa de sus abuelos. Hijos de un profesor (que a mayor abundamiento es colaborador de La Voz), uno trabajaba en la Cope en Santiago y el otro en un hotel de Ferrol. Las cosas no iban bien en ninguno de los casos y recalaron en Logrosa con el fin de dar un giro a sus vidas.
Durante la velada charlamos con ellos, después de que amablemente se acercaran a Negreira a por fruta para tomar un tentempié cuando llegamos sin comer ya que en un restaurante del estupendo Ponte Maceira no se dignaron a darnos nada.
                 
La colaboración de los dos chicos llegó al extremo de que nos tendieron la ropa de la lavadora y en Negreira le buscaron a Ana un parche de bicicleta (que no quisieron cobrarnos so pretexto de que era "ayuda al peregrino") con el que Jaime le reparó una bota, un tanto chuscamente pero de manera eficaz.
                 
Para la noche habíamos pactado una churrascada que nos sabría a gloria. El padre apareció por allí a media tarde, en lo que a nosotros nos pareció una medida de control para ver como llevaban las cosas en estos primeros escarceos con el negocio. Hablamos también con él mientras jugueteábamos con los perros de la casa, tres en total y cada uno de un pelaje distinto: uno de raza, otro a medias y un tercero recogido de la calle que era todo miedo.
Aunque novatos en general, la churrascada fue un éxito.
                 
Sentados en el jardín en una noche tan cálida que amenazó lluvia, nos dieron carne y complementos hasta hartarnos. Charlamos y nos reímos, como es habitual, y a los postres, con los licores con los que nos obsequiaron, aparecieron unos amigos suyos muy internacionales: una polaca, que da clases de inglés por la zona, y su pareja, un irlandés ex militar que se dedica a vigilar mercantes en el Índico. En resumen, un rato muy agradable, especialmente para los que estábamos en mejor forma, aquellos que por la tarde encontramos un hueco para meditar.
                  
Esta vez ya fuimos seis, aunque alguno no encontraba la postura reglamentaria. Era el tercer día, ampliamos el tiempo y creo que nos concentramos un poco mejor. Lo que no sabíamos en ese momento es que sería el último. A partir de entonces no tuvimos un hueco ni el lugar adecuado para perserverar, por lo que al Kumano llegaremos más verdes de lo previsto.

Por lo que se refiere a la etapa no dio mucho que contar.
                         
En el Obradoiro, al salir, Feli nos dejó para tomar un tren a Redondela y al día siguiente marchar para Burgos por un asunto familiar. Todos tuvimos claro que le hubiera gustado seguir.
                 
Poco a poco, fuimos dejando atrás Santigo.
                 
A la dureza del camino en un día bochornoso Juanma sumó cuatro kilómetros de plus. Cuando se encontraba retrasado se le pasó una señal y tomó la dirección equivocada. Gracias al móvil recompuso su dañado GPS cerebral y logró reubicarse. El grupo tuvo el detalle de esperarlo, más por tomarle el pelo que por otra cosa, pero el despistado lo agradeció.  
Cerca de Ponte Maceira, despertamos la curiosidad de un perrillo que se asomaba por la puerta.

Justo antes de cenar, llegó Irache de Coruña, bien preparada para afrontar la etapa reina de este camino hasta Olveiroa: Una aportación fundamental al contingente de peregrinos, con su sempiterna sonrisa y su tesón incólume.

3 comentarios:

  1. Creo que deberíais añadir al blog un diccionario castellano antiguo/castellano normal. Más que nada para poder traducir palabros del tipo sempiterna e incólume.

    He dicho.

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  2. O que pasa é que hai que leer máis....

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  3. Hola a todos
    Qué bueno el blog !!! Es curioso que el nombre de Logrosa empiece a ser conocido y aparezca entre otros sitios como Roma, Finlandia, Madeira o Eslovenia... Facendo país!
    Nos alegramos de que lo pasarais muy bien en Logrosa. La verdad, es que tuvisteis mucha suerte. Vuestra churrascada fue la primera y la última, por el momento, porque no volvió a hacer una noche como aquella. Aquí hay noches de Agosto, que no se puede cenar en el jardín por el frio. Lo que me encanta del blog es lo de "dos hermanos rozando la trintena", ya que tengo 36. A Luis (27 años) ya no le hace tanta gracia... jajajaj.

    Un abrazo para todos y ya sabeis donde teneis vuestra casa.
    Antonio.

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