lunes, 19 de abril de 2010

De Santa Irene a Santiago/San Lázaro (23,5 km.)

El planning de este año era un tanto irregular. Había tres etapas largas, por encima de los 30 kilómetros, y las cuatro restantes eran cortitas, de poco más de 20. Salía una medida aceptable pero con grandes diferencias. Por este motivo salimos de Santa Irene con calma, pasadas las nueve de la mañana, y aún así, a la una y media estábamos en destino.

En un principio habíamos pensado quedarnos en el Monte do Gozo para conocer el ambiente de este macroalbergue, con capacidad para 800 peregrinos y donde comparten experiencias personas de casi todo el mundo. Sin embargo, hacer menos de 20 kilómetros no justificaba la jornada y optamos por llegar a Santiago y pasar allí el día. En esta foto estamos ya en las proximidades del Monte do Gozo

Antes de llegar bordeamos el aeropuerto de Lavacolla y pasamos al lado de los gigantescos postes que sujetan las luces que señalan la entrada a la pista de aterrizaje.

En la siguiente foto estamos ya junto al monumento del Monte do Gozo.

En Santiago, recalamos en un albergue de la Xunta de Galicia, un poco más xeitoso de lo habitual, situado a la entrada de la capital de Galicia, en San Lázaro, nuevo y bastante amplio en el que nos pusieron sábanas y toallas. 

Las cuatro horas de paseo pasaron sin pena ni gloria y sirvieron para que los dos canarios se aclimataran al grupo.

Una vez duchados nos fuimos a comer a un restaurante italiano cercano, L´Incontro, regentado por autóctonos de este país, y aunque un poco lentos el almuerzo no estuvo mal del todo, aunque un poco caro, ya que en el menu sólo entraban los dos platos mondos y lirondos y el resto era aparte.

Previamente la posadera había hecho un intento para teledirigirnos a otro establecimiento, pero le dimos una cambiada y no le hicimos ni caso.Con solo media jornada de trabajo hubo tiempo para una pequeña siesta y también para la segunda jornada de meditación, en la que Feli se sumó al grupo integrado por Juanma y Beni. 


Después decidimos pasar la tarde por el centro y ante lo escaso de la caminata Susana, Porota y Juanma subieron andando siguiendo las instrucciones de Porota. Por aquello de que había estudiado allí y conocía la ciudad dejaron que actuara de guía. Resultado, entraron por una puerta un tanto desviada tras dar un rodeo considerable, algo que para unos peregrinos nunca tiene excesiva importancia. Eso sí, descubrieron una ignota perspectiva de Santiago por la zona de Belvis. Ogadenia y Angel se fueron a Decathlon para  mejorar el equipamiento peregrino de la primera. Otros optaron por hacerle una visita a las famosas "Marías".

El grupo se reunió en el Obradoiro

y acordó tomar una caña en la terraza de un hotel con encarto, el Costa Vella, del que Ana se acordaba. Allí se desarrolló la sesión de sorteo de las habitaciones para el día siguiente en el albergue Logrosa, de Negreira ya que existían múltiples alternativas: matrimonio, dobles, individuales...y las consabidas literas que, lógicamente, quedaron para el final en la lista de preferencias.

El caso es que el sorteo dió lugar a curiosas parejas de hecho o de deshecho (como la de Alfonso y Jaime) que cundió bastante durante toda la semana hasta la tormentosa devolución de las chanclas de este último por parte del primero al llegar a Muxía. También estuvo a punto de ocasionar algún divorcio al preferir alguno habitación individual antes de compartir litera con su señora...Aquí están Porota, Angel y Ogadenia en plena acción.

Después estaba previsto cenar en O dezaseis, que conocía Porota y alguien más de sus tiempos de estudiante. De camino, el grupo de mujeres con algún Judas decidió probar a "los previsibles", apelativo patentado por María José para los varones por aquello de que indefectiblemente responden a determinados estímulos.No hace falta entrar en más detalles y tampoco puedo hacerlo por aquello del juramento de que "lo que pasa en el Camino queda en el ídem". Sólo referir que pasamos por la puerta de un restaurante, el Gastrolab, que un rato antes habían descubierto Feli y Ana. Es un local ultramoderno y tiene un reclamo sorprendente: desde el exterior se contempla una proyección en el que una señorita ligera de ropa hace algunas monadas.Que nadie se llame a engaño.

La foto que acompaña este texto puede sugerir lo que no es. Estamos un nutrido grupo mirando la proyección… pero simplemente como espectadores interesados en lo que sucede a nuestro alrededor. Nada más. Y doy fe por que el que esto escribe es uno de ellos. Ah!, las féminas también lo observaron con interés.Tras esta encerrona tomamos unas tapas en O dezaseis, donde no pudimos hacer un buen papel.

Habíamos comido mucho al mediodía y el apertito era escaso. Tanto, que contra lo que suele ocurrir pedimos justito y pese a ello sobró. Por ello decidimos que solo había que hacer una comida seria al día, desayuno al margen, y la otra un tentempié para evitar el colapso.En el albergue tuvimos noticias de Pepe, ausente por sus ocupaciones profesionales. Nos había localizado y envió un propio con una tarjeta con el siguiente texto: "Sois unos pilinguis en un albergue que es una mariconada". Viniendo de un S.X. es desde luego una frase de lo más cariñoso y así lo entendimos. El miércoles a la noche se liberó de sus ataduras y se incorporó en Olveiroa, pero eso llegará en su momento.

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